Pensando en los que hoy en
día no diferencian un patadura de un Crack, aquellos que alegrmente sustituyen
un Gio Moreno con un Santander, para ellos es esta nota y también en homenje a jugadores
como Corbatta, Sosa, Federico Sacchi o tantos otros.
Pedro Ochoa fue uno de los
personajes que el formidable "Morocho" (Gardel), utilizó en uno de
sus temas para graficar lo que era el fútbol de la época y justamente abordó la
personalidad de quien fue, sin duda alguna, el representante más exquisito de
lo que significa al arraigo popular, Ochoita.
El hombre de los mil alias.
El hombre que con un quiebre
de cintura partía en dos al rival. El sensacional "rey de la
gambeta", el escurridizo "Ardilla".
El ala ideal. El insider que
aprendió de los ingleses a proteger la pelota y sacó de los porteños la
filigrana pícara y enloquecedora.
Admiración y respeto. Dos
palabras apenas, que en Pedro Ochoa se pegaron.
Admiración que le tenía el
compañero; respeto que le tomaba el rival. Sus cabriolas eran imparables.
Ochoita era el pilar de la dinámica de RACING mientras jugó. Nadie se atrevía a
irle mal intencionadamente. Preferían pararlo con las manos antes que revolcarlo
en el suelo.
Porque Ochoa nunca abusó de
su habilidad para ganar. Siempre fue de frente y sin chanzas.
En 1916 aparece deslumbrando
en primera y ya no se mueve más. Con Natalio Perinetti forma una pareja
Prodigiosa.
El, era el motor, el gestor
de muchas jugadas que terminaban en la red. No era un goleador nato, ni un
rompe redes.
En la selección argentina
llegó a encumbrarse de tal manera que durante muchísimos lances de importancia
fue el hombre que se abonó a la número ocho. Su último partido con la casaca
argentina lo cumplió en abril de 1928.
En Lisboa, y pese al 0 a 0,
él resultó el mejor delantero de la cancha, y así puso fin a su campaña
internacional.
Habían pasado muchos años en
primera. Y llega el profesionalismo. RACING en ese 1931, arranca mal, con
problemas.
El ocaso de Pedrito se
vislumbraba. Las cosas no salían bien y se había producido un desgaste natural
en sus cualidades.
Empero seguía aportando su
experiencia. Finalmente decide retirarse y esto se produce en 1931, en cancha
de Vélez. La hinchada, silenciosamente, respetuosa de esa figura, asistió a su
ausencia posterior, casi con lágrimas en los ojos. Era la época donde el fútbol
aún mantenía un dejo enorme de romanticismo.
Varios tangos lo mencionan, en
especial "Ochoíta", grabado por Osvaldo Fresedo en 1928. También está
mencionado en "Patadura", de José López Ares y Enrique Carrera Sotelo
(«burlar a la defensa con pases y gambetas/y ser como Ochoíta el crack de la
afición»).
El diario Clarín, incluyó
una frase de Ochoa entre "Las 100 mejores frases del fútbol
argentino":
¿Si pienso las jugadas? A
veces sí: pero cuando se pasa a un jugador y sale otro y otro, ya no se puede
pensar nada porque la cabeza no da. Entonces las piernas se encargan de seguir haciendo
las gambetas.
Si hasta Carlos Gardel le
dedicó su tango Patadura, algo que inmortalizó a este delantero habilidoso.
“Ser como Ochoíta, el crack
de la afición..." y "Hacer como Ochoíta, de media cancha un
gol", cantó el Zorzal criollo.
Tras la catarata de títulos
obtenida por el club. Como titular, obtuvo tres títulos en el amateurismo, los
de 1919, 1921 y 1925. No fue goleador nato, estaba para fabricar fútbol, para
ser el eje del equipo, para desequilibrar. Lo mismo hizo en la selección
argentina, donde también se adueñó de la camiseta número ocho (justo él,
Ochoa). Con la albiceleste nacional fue campeón de América en 1927.
Como le sucede a muchos de
los grandes ídolos, falleció joven, a los 47 años, en Tandil. Así como muchas
figuras que se fueron a corta edad, los hinchas de la época lo recuerdan como
una gloria grande, un fiel reflejo del estilo de juego de Racing, el de la
“nuestra”, el juego criollo atrevido, encarador, el “rey de la gambeta”.
Más valor adquiere la
leyenda, sabiendo que Gardel sentía simpatía por el “Racing Club”,
especialmente por Pedro Ochoa, apodado "Ochoíta”, a quien le gustaba ver
jugar y admirar, e incluso
Pedro Ochoa, fue uno de los
jugadores históricos de “La Academia”, y jugó también la Selección Nacional,
siendo considerado el mejor jugador argentino de la segunda mitad de la década
del 20, obteniendo con “Racing” los títulos de campeón amateur en los años
1916, 1917, 1918, 1919, 1921 y 1925, y la medalla de plata con la selección en
los Juegos Olímpicos de 1928.
Osvaldo Fresedo grabó en
1928 el tango “Ochoíta”.
Gardel también sintió
admiración por otros jugadores, como por Raimundo “Mumo” Orsi, el wing derecho
de Independiente, a quien muchas veces le rogó: ¡Largá al rojo, Mumito! ¡Largá
al rojo y venite a Racing! ¿Sabés lo que serían Ochoíta y vos, juntos?".
Juan Antonio Fornasier
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