DE PIE SEÑORES HACE 113 AÑOS NACIA EL “REY DE LA GAMBETA” PEDRO OCHOA




Pensando en los que hoy en día no diferencian un patadura de un Crack, aquellos que alegrmente sustituyen un Gio Moreno con un Santander, para ellos es esta nota y también en homenje a jugadores como Corbatta, Sosa, Federico Sacchi o tantos otros.
Pedro Ochoa fue uno de los personajes que el formidable "Morocho" (Gardel), utilizó en uno de sus temas para graficar lo que era el fútbol de la época y justamente abordó la personalidad de quien fue, sin duda alguna, el representante más exquisito de lo que significa al arraigo popular, Ochoita.

El hombre de los mil alias.
El hombre que con un quiebre de cintura partía en dos al rival. El sensacional "rey de la gambeta", el escurridizo "Ardilla".
El ala ideal. El insider que aprendió de los ingleses a proteger la pelota y sacó de los porteños la filigrana pícara y enloquecedora.
Admiración y respeto. Dos palabras apenas, que en Pedro Ochoa se pegaron.
Admiración que le tenía el compañero; respeto que le tomaba el rival. Sus cabriolas eran imparables. Ochoita era el pilar de la dinámica de RACING mientras jugó. Nadie se atrevía a irle mal intencionadamente. Preferían pararlo con las manos antes que revolcarlo en el suelo.
Porque Ochoa nunca abusó de su habilidad para ganar. Siempre fue de frente y sin chanzas.
En 1916 aparece deslumbrando en primera y ya no se mueve más. Con Natalio Perinetti forma una pareja Prodigiosa.
El, era el motor, el gestor de muchas jugadas que terminaban en la red. No era un goleador nato, ni un rompe redes.
El estaba para fabricar fútbol, de alto nivel, de vuelo creativo.
En la selección argentina llegó a encumbrarse de tal manera que durante muchísimos lances de importancia fue el hombre que se abonó a la número ocho. Su último partido con la casaca argentina lo cumplió en abril de 1928.
En Lisboa, y pese al 0 a 0, él resultó el mejor delantero de la cancha, y así puso fin a su campaña internacional.
Habían pasado muchos años en primera. Y llega el profesionalismo. RACING  en ese 1931, arranca mal, con problemas.
El ocaso de Pedrito se vislumbraba. Las cosas no salían bien y se había producido un desgaste natural en sus cualidades.
Empero seguía aportando su experiencia. Finalmente decide retirarse y esto se produce en 1931, en cancha de Vélez. La hinchada, silenciosamente, respetuosa de esa figura, asistió a su ausencia posterior, casi con lágrimas en los ojos. Era la época donde el fútbol aún mantenía un dejo enorme de romanticismo.
Varios tangos lo mencionan, en especial "Ochoíta", grabado por Osvaldo Fresedo en 1928. También está mencionado en "Patadura", de José López Ares y Enrique Carrera Sotelo («burlar a la defensa con pases y gambetas/y ser como Ochoíta el crack de la afición»).
El diario Clarín, incluyó una frase de Ochoa entre "Las 100 mejores frases del fútbol argentino":
¿Si pienso las jugadas? A veces sí: pero cuando se pasa a un jugador y sale otro y otro, ya no se puede pensar nada porque la cabeza no da. Entonces las piernas se encargan de seguir haciendo las gambetas.
Si hasta Carlos Gardel le dedicó su tango Patadura, algo que inmortalizó a este delantero habilidoso.
“Ser como Ochoíta, el crack de la afición..." y "Hacer como Ochoíta, de media cancha un gol", cantó el Zorzal criollo.
Tras la catarata de títulos obtenida por el club. Como titular, obtuvo tres títulos en el amateurismo, los de 1919, 1921 y 1925. No fue goleador nato, estaba para fabricar fútbol, para ser el eje del equipo, para desequilibrar. Lo mismo hizo en la selección argentina, donde también se adueñó de la camiseta número ocho (justo él, Ochoa). Con la albiceleste nacional fue campeón de América en 1927.
Como le sucede a muchos de los grandes ídolos, falleció joven, a los 47 años, en Tandil. Así como muchas figuras que se fueron a corta edad, los hinchas de la época lo recuerdan como una gloria grande, un fiel reflejo del estilo de juego de Racing, el de la “nuestra”, el juego criollo atrevido, encarador, el “rey de la gambeta”.
Más valor adquiere la leyenda, sabiendo que Gardel sentía simpatía por el “Racing Club”, especialmente por Pedro Ochoa, apodado "Ochoíta”, a quien le gustaba ver jugar y admirar, e incluso
Pedro Ochoa, fue uno de los jugadores históricos de “La Academia”, y jugó también la Selección Nacional, siendo considerado el mejor jugador argentino de la segunda mitad de la década del 20, obteniendo con “Racing” los títulos de campeón amateur en los años 1916, 1917, 1918, 1919, 1921 y 1925, y la medalla de plata con la selección en los Juegos Olímpicos de 1928.
Osvaldo Fresedo grabó en 1928 el tango “Ochoíta”.
Gardel también sintió admiración por otros jugadores, como por Raimundo “Mumo” Orsi, el wing derecho de Independiente, a quien muchas veces le rogó: ¡Largá al rojo, Mumito! ¡Largá al rojo y venite a Racing! ¿Sabés lo que serían Ochoíta y vos, juntos?".

Juan Antonio Fornasier

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