El 27 de Diciembre se cumplirán 11 años del campeonato que de la mano del gran Mostaza Merlo terminara con los 35 años de abstinencia en torneos locales.
Este título es merito de los jugadores pero se lo quiero dedicar a esa hinchada fantástica" diría el hacedor del famoso Paso a Paso.
RACING fue siempre un
fenómeno muy especial dentro de ese fenómeno casi único que es el fútbol.
Porque mientras la lógica indica que los equipos suman hinchas a través de los
títulos que logran, los de RACING se multiplicaron en estos 35 años de sequía que
concluyeron el jueves 27 de diciembre de 2001.
Por eso, y más allá de la
espera provocada en medio de una Argentina en crisis, este RACING campeón
me-rece un análisis que no debe limitarse sólo a la campaña realizada por el
equipo dirigido por Reinaldo Merlo.
Al título del Apertura se le agrega esa riquísima historia
escrita en Avellaneda con los siete campeonatos consecutivos en el
amateurismo, con el primer tricampeón del profesionalismo, con las
consagraciones de 1958 y 1961, con el primer campeón argentino de la Copa
Intercontinental, con el primero de estas tierras en levantar la Supercopa.
Es
La Academia. Es el club de Alberto Ohaco, Vicente Zito, El Chueco Enrique
García, Rubén Bravo, El Loco Oreste Corbatta, el elegante Federico Sacchi, El
Bocha Humberto Maschio, El Mariscal Roberto Perfumo, El Chango Juan Carlos
Cárdenas y el uruguayo Rubén Paz, entre muchos otros. RACING es una historia
apasionante que el 25 de marzo cumplirá 110 años.
Es jueves 27 de diciembre y
es fiesta.
Pura fiesta, loca fiesta, enorme fiesta, ansiada, extraordinaria,
soñada fiesta. Fiesta. Fiesta. Fiesta. En la agonía del 2001, RACING es un
corazón que tiembla sin parar. Después de 35 arios en los que una pasión sin
fronteras se chocó con la maldición de los títulos ausentes.
Después de sufrir
las mil y una y también más. Después de todo y más que todo. Ahí está RACING Que es campeón. La historia dirá que la fiesta llegó en un día de
calor, de nubes y de lluvias luego de que RACING empatara 1 a 1 contra Vélez en
Liniers.
Que con la igualdad, el equipo sumó el punto necesario, el que le
faltaba, para la consagración en el Torneo Apertura 2001, igual que en 1966,
aunque aquella vez fue dos fechas antes, cuando el mítico Equipo de José empató
sin goles frente a Gimnasia en La Plata.
Que Gabriel Loeschbor. flaco, lungo,
clave, valiente para recuperarse de una rebelde lesión que lo dejó afuera del
partido con Lanús, hizo el gol del campeonato en el minuto 8 del segundo tiempo
con un cabezazo. Después, hubo paridad porque convirtió el chico Mariano
Chirumbolo, a doce minutos del final. Fue apenas para cargar de más nervios el
desenlace. Fue apenas para sumarle otra tensión a la extensa
historia de tensiones que encadenan aquel último título local con este nuevo
equipo campeón, dirigido por Reinaldo Carlos Merlo.
La fiesta es conmovedora en
la cancha. Los jugadores dan la vuelta olímpica una vez, otra vez y otra vez.
Se cuelgan de uno de los travesaños y cantan, en un coro inacabable, con su hinchada.
"La Academia", el nombre con el que RACING se volvió un club de
gloria y de respeto en los arios del fútbol amateur en la Argentina, es la
expresión que todos repiten. Carlos Maximiliano Estévez, el goleador del
campeón, salta sobre el césped, envuelto en una bandera celeste y blanca.
Es
una entre miles y miles de banderas que flamean, conmovedoras, en el estadio.
José Manuel Chatruc, volante ofensivo y futbolista fundamental en la campaña,
grita todos sus desahogos de cara a una tribuna en la que todos gritan y todos
se desahogan.
Alexander Viveros, un jugador colombiano que llegó a la
institución para este torneo memorable, se pasea emocionado portando la bandera
de su país frente a un público que le aplaude y lo siente absolutamente propio
porque RACING resulta ese día una especie de patria que contiene a todos.
Carlos
Arano, hincha y defensor del club, alguien que actuó en toda la campaña y que
en el partido final entró en la cancha en el último minuto, desfila sobre el
pasto con un gorro celeste y blanco en una jornada en la que ese universo que
explota en Vélez es todo celeste y blanco. Y Merlo, Mostaza, el entrenador que
pateó la puerta de la historia de dificultades de RACING y abrió las
felicidades que estaban pendientes, expone su sonrisa calma y escucha cómo su
apellido resuena transformado en un himno. RACING campeón.
Con once en
la cancha, cinco en el banco, miles en la popular y en las plateas, otros miles
viendo una pantalla gigante en el estadio de Avellaneda, y otros miles y miles
y miles palpitando, primero, ante televisores y radios y, después, celebrando a
lo grande en las calles de la ciudad y en el estadio propio cuando el título se
tomó en certeza.
Dirá también la historia:
Gustavo Campagnuolo; Francisco
Maciel, Gabriel Loeschbor, Claudio Ubeda; Martín Vitali, Adrián Bastía, Gerardo
Bedoya; Gustavo Barros Schelotto, José Manuel Chatruc; Maximiliano Estévez y
Rafael Maceratesi.
Ellos, los titulares del día entre los días. Después, Diego
Milito entró por Maceratesi, Viveros ingresó por Estévez, y Arano por Barros Schelotto. RACING campeón.
Llevaba cinco puntos sobre River, el escolta que le
peleó hasta el desenlace. Pero ese día, el equipo de Merlo igualó O a O y su
perseguidor venció 4-0 a Lanús, con lo que la diferencia se acortó a tres y el
estruendo de campeón se postergó otra vez.
Fue el día en que Mostaza se enojó,
el día que se terminó el paso a paso, su frase de cabecera, y aseguró que RACING sería campeón. Una semana más tarde, RACING cumplió bien con sus deberes
y se impuso por 2 a O a Lanús, en su cancha y ante las tribunas llenas y plenas
de celeste y blanco. Pero River volvió a triunfar, esta vez por 3 a 1 ante
Argentinos Juniors, y dejó la resolución para la fecha final. Tres puntos en
juego, tres de diferencia. Dos partidos en espera: Vélez-RACING y River-Rosario
Central. RACING intuía su fiesta para el domingo 23. No pudo ser.
La definición quedó
atravesada por las crisis de la Argentina. La renuncia del entonces presidente
Fernando de la Rúa, el jueves 20, y las expresiones de violencia social que se
suscitaron durante la semana obligaron a que la última fecha se postergara. La
noche del viernes 21, incluso, Futbolistas Argentinos Agremiados lanzó su idea
de pasar la definición del campeonato para febrero de 2002. Entonces hubo
largas negociaciones, decoradas con la presencia de hinchas de RACING en la sede
de FAA de la calle Salta.
En la madrugada se abrochó el acuerdo: solo se
disputarían los dos partidos decisivos el jueves 27 de diciembre, el resto de
la última fecha en febrero. Por si acaso, el sábado 22 a la mañana, las máximas
autoridades de los clubes implicados, y el presidente de la AFA Julio Grondona,
se juntaron en la Casa Rosada con los altos mandos del gobierno interino de
Adolfo Rodríguez Saá.
Así, el jueves 27 de diciembre quedó establecido en forma
oficial. Es jueves 27 de diciembre y siguen sonando en la jactancia
desprejuiciada de los hinchas rivales los ecos de los goles de River a Central.
Los de Vélez no están nerviosos y se nota. Hasta se ríen cuando la enorme masa
visitante vuelve sobre sus pasos una y otra vez para desplegar como se debe una
bandera gigante que cubre gran parte de la popular.silencios. Por momentos hay
gritos llenos de tensión. RACING todo RACING el de adentro y el de afuera el
equipo y su gente no puede relajarse. No sabe hacerlo, en realidad. Lo único
que sabe es que River, en el Monumental, sigue haciéndole goles al pobre
Central.
Pasa el primer tiempo, termina cero a cero, y cero a cero parece ser
el resultado de los desahogos. De pronto hay un gol, un grito, una explosión.
Pero Vélez empuja. Y empuja. Y no hay suspiros de jactancias. Al contrario. Hay
soplidos de alta tensión. Y empata Vélez. Sí, empata Vélez. Pero ya no hay más
espacios para goles.
Entonces, al final del sufrimiento, espera la fiesta. Sí,
es jueves 27 de diciembre y hay fiesta. Hay fiesta sobre el césped del estadio
José Amalfitani y en su contorno. Hay fiesta en los ojos de los futbolistas y
en la sangre de sus hinchas.
En algunos que gritan contra Los Amargos y en
otros que solo miran, petrificados. Hay multitudes en las calles, en el
Obelisco, en el Cilindro de Avellaneda que cobijó a miles y miles para ver el
último partido en pantalla gigante. Hay fiesta en los barrios y en los
corazones rayados con el celeste y el blanco que ordenó la vida. Es jueves 27
de diciembre, día de gloria. Igual que hace 16 arios, cuando de la mano del
Coco Basile, un símbolo de RACING amigo del alma de Mostaza, devolvió al
equipo de su corazón a Primera, de donde nunca tendrían que haberse ido.
Dentro del vestuario visitante los jugadores gritan y cantan y bailan y empapan con agua a un Mostaza Merlo ya empapado de sudor y emoción.
Dejan Liniers vestidos con una camiseta para la ocasión con la inscripción "CAMPEONES 2001" en sus espaldas.
Esas espaldas sobre las que cargaron la misma mochila de las ansiedades y frustraciones que tanto que tanto cargaron otros en los últimos 35 años.
Y la fiesta no se detiene Sigue hasta la madrugada en una cena íntima Parece mentira. Pero no Esta vez es verdad. Racing es el Campeón . Es cierto, nomas que todo llega hasta la satisfacción.
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