La relatividad es un concepto que en el fútbol dejamos de
lado, pero que es lo que hace que este deporte sea tan especial. La sensación
intransferible de qué es y qué no, es lo que nos hace entrar en esas triviales
luchas de sordas palabras que tanto nos gustan a los futboleros.
Y hoy, en
Racing, aparece una nueva. Las condiciones actuales del joven Centurión, ¿son promesas
o realidades? Para responder a esto, es imperativo definir y repasar conceptos
del fútbol actual.
¿Qué es una promesa? La Real Academia Española define promesa como “persona o cosa que promete por sus cualidades”. Centurión no sólo promete, ilusiona, nos embelesa con sus cualidades. Cuándo arranca con su gambeta traviesa, al borde de trastabillar, y uno a uno los rivales van quedando a su merced, nos hace elevar el cuerpo casi como si ya no fuese posible volver a sentarnos.
El concepto “realidad”, paradójicamente, es muy poco tangible. La definición linda con lo abstracto: “Existencia real y efectiva de algo”. Centurión es el jugador que más desequilibra en este Racing. Es ese jugador que cada vez que agarra la pelota, hace que tiemblen de pánico las piernas de los oponentes. Es que este desgarbado bailarín de la línea de cal que tiene alfileres como piernas y una personalidad correctamente asociada a sus apodos, no es solo una atracción para los ojos del racinguista, es una amenaza para el arco rival.
Ricardo Centurión es una realidad; porque hoy es un indiscutido, es un jugador que no puede faltar en el 11 inicial. Es una promesa, porque puede dar mucho más. Si logra serenarse y finalizar un porcentaje más alto de las jugadas que comienza, pasa a ser un consagrado (o como nos gusta decirle a nosotros, los hinchas de fútbol: crack).
Párrafo aparte queda la enorme ilusión una y otra vez machacada por diferentes contextos y adversidades. Los que han coqueteado con nuestras esperanzas racinguistas, desde Loscri a Principiano, desde Malano a Prichoda. Antes que ilusionarnos o ponerle una etiqueta, disfrutemos. Centurión juega en Racing.
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