Con motivo de los 110 años de nuestro querido Rácing Club -
Esa Locura Rácing prepara 6 capítulos semanales para recordar nuestros
orígenes.
Recordamos a Dante Panzeri ex director de El Grafico que
dijera en una oportunidad "Los Clubes que ignoran o no recuerdan su
historia y a sus ídolos están destinados a desaparecer"
http://www.esalocuraracing.com.ar/2013/03/nuestros-origenes-parte-primera.html
PARTE SEGUNDA
Werner y Artola tuvieron varias reuniones antes de que se
produjera la más importante. Cuando caía la tarde del 25 de marzo de 1903,
ambos bandos a pleno se convocaron a un encuentro definitivo. Juan Ohaco, padre
de los dos jugadores que luego serían figuras de Racing durante los años del
amateurismo, fue quien autorizó que la reunión se realizara en el Mercado de
Hacienda, un emblema de la zona, bajo los cuatro ombúes del sector llamado La
Tablada.
Llegaron a la conclusión de que, como dos clubes chicos, no
había futuro; en cambio, una institución grande sí tenía porvenir. Y, por
unanimidad, se resolvió volver a ser una sola fuerza deportiva.
La obra, sin embargo, no estaba completa. Todos coincidían
en que no repetirían nombres del pasado. Tenían que encontrar alguno que fuera
distintivo. Las propuestas fueron muchas y variadas, pero la que impactó fue la
de Germán Vidaillac, joven de ascendencia francesa, quien solía leer
publicaciones de origen galo. Justamente, Vidaillac echó mano a una revista
cuyo nombre era Racing Club. Y puso esa denominación a consideración del resto.
La unanimidad volvió a decir presente y así llegó el momento histórico: el
nacimiento de RACING CLUB.
Inicialmente, Colorados Unidos aportó 34 socios y un capital
de $ 19,65, mientras que lo de Barracas al Sud fue un tanto más modesto: 11
socios y $ 16,35. Se estableció también que la cuota mensual sería de 1,50 para
los integrantes de la comisión directiva y de 0,50 para el resto. La numeración
de los asociados se hizo por un sorteo que determinó el siguiente orden:
1) Alejandro Carbone, 2) Raimundo Lamour, 3) Ignacio
Oyarzábal, 4) Pedro Viazzi, 5) José Guimil, 6) Leandro Boloque, 7) Julio
Planisi, 8) Pedro Werner, 9) Juan Sepich, 10) Alfredo Lamour, 11) Arturo
Artola, 12) Germán Vidaillac, 13) Alfredo Paz, 14) Bernardo Etcheverry, 15)
Evaristo Paz, 16) Francisco Balestrieri, 17) Enrique Pujade, 18) Elías Calmels,
19) José Paz, y 20) Salvador Sorhondo, por mencionar los primeros.
Se trataba de jóvenes que no superaban los 20 años en su
mayoría y con una característica inusual para la época: eran todos criollos. La
efervescencia y, quizás, algo de improvisación, hicieron que los primeros pasos
de Racing no quedaran registrados. El primer documento de una reunión
dirigencial contiene el siguiente texto:
Paternoster |
“A los siete días del
mes de febrero de mil novecientos cuatro y siendo las 3.30 pasado meridiano, se
reúnen los miembros de la comisión directiva de fútbol del Racing Club y se
inicia la consideración de la orden del día. En primer término se da lectura a
los reglamentos que presenta el señor Alejandro Carbone y que ha redactado él
mismo”.
Aquella sesión se levantó a las 17.20, luego de ratificar la
necesidad de que los socios se mantuvieran al día en el pago de las cuotas y de
designar a Francisco Balestrieri como encargado de las cobranzas.
Vale mencionar que, sobre todo en estos primeros tiempos,
difíciles por cierto en cuanto a lo económico, el único ingreso con el que la
entidad hacía frente a las necesidades era el que provenía del pago de las
cuotas sociales.
Además, por ese entonces, Racing también buscaba un local
propio para realizar las reuniones de la comisión directiva y resolver todas
las cuestiones vinculadas al diario vivir del club. De eso se encargó Pedro
Werner, el segundo presidente que tuvo la institución.
Evaristo Barrera |
No fue fácil la tarea, sobre todo por la mencionada cuestión
de la escasez monetaria, pero Werner era un hombre que no sólo no se dejaba
vencer, sino que también tenía un don especial para el convencimiento.
Mientras tanto, cualquier lugar venía bien para tomar las
decisiones necesarias. Incluso, la sala de espera de la estación Barracas
Iglesias, hasta que el jefe de la misma, Niceto Barrios, se cansó del bullicio,
de las conversaciones acaloradas y los tonos elevados, y los echó. Además, y
esto pesó en la decisión de Barrios, algunos usuarios, aprovechando la volada,
se colaban, situación que no estaba dispuesto a tolerar.
El refugio, entonces, fue un cuarto del fondo de la tienda
de Molinelli (quedaba en Mitre al 500), un conspicuo seguidor de Racing que
cerraba el local cada vez que había reunión de la comisión directiva.
Pero, finalmente, el
perseverante Werner logró su cometido y consiguió, a los pocos meses, un
antiguo almacén de la calle Montes de Oca 20, que tenía un recinto de seis
metros cuadrados y una salita de tres por tres. Empezaba a cobrar vida el sueño
de ser grande.
Hasta la próxima semana
Juan Antonio Fornasier
Juan Antonio Fornasier
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