NUESTROS ORÍGENES - PARTE PRIMERA



Con motivo de los 110 años de nuestro querido Rácing Club - Esa Locura Rácing prepara 6 capítulos semanales para recordar nuestros orígenes.
Recordamos a Dante Panzeri ex director de El Grafico que dijera en una oportunidad  "Los Clubes que ignoran o no recuerdan  su historia y a sus ídolos están destinados a desaparecer"

PARTE PRIMERA:

Cuando se trata de buscar el origen de Racing Club, la piedra fundamental se encontrará en nombres que nada tienen que ver con el que dio la vuelta al mundo desparramando su gloria deportiva e institucional.
Y, como entidad centenaria, los comienzos coinciden con las primeras tentativas locales de formar equipos organizados como clubes.


Muchas de estas iniciativas contenían apellidos ingleses que impulsaban un deporte, el futbol, que los sajones habían traído desde su tierra en tiempos en los que los ferrocarriles eran manejados justamente por los británicos, quienes aprovechaban el tiempo de dispersión para armar equipos de once futbolistas y así poder liberar la energía de correr detrás de una pelota en busca del gol.
Eran los famosos “ingleses locos”
La zona en la que se dieron los primeros pasos que desembocarían, luego, en el nacimiento de Racing Club, era la misma que hoy recorren los miles de hinchas que cada vez que hay partido en el Cilindro suman su fervor para alentar a la Academia.
En esa época todavía no era Avellaneda, sino que el territorio lindante con el Riachuelo se conocía como Barracas al Sur.
A la vez que el siglo diecinueve comenzaba a despedirse, lo que hoy se conoce como el Gran Buenos Aires daba sus primeros pasos entre calles de tierra y chimeneas que exhalaban el humo de una zona que de a poco se transformaría un motor industrial fundamental.
Volviendo al futbol, llegó un momento en el que los criollos se cansaron de ser meros espectadores de los ingleses.
Querían aprender a dominar la pelota. Y se entusiasmaron. Por eso, un grupo de empleados del Ferrocarril Sud le solicitó a las autoridades la cesión de unos terrenos para jugar allí al fútbol en los descansos.
La respuesta afirmativa abrió el camino para demarcar la cancha y comenzar con los primeros desafíos, preferentemente ante equipos con mejores valores (generalmente ingleses), con el fin de enriquecerse a partir de estos enfrentamientos.
El talento argentino, y particularmente racinguista, estaba ahí, sólo había que despertarlo. Los nuevos cultores del fútbol no tardaron en perfeccionarse.
Transcurría el año 1898 y entonces, los empleados que se juntaban para disputar esos cotejos amistosos decidieron agruparse formalmente en un club de fútbol, que se llamó Argentinos Excelsior Club, cuya existencia fue de tres años.
Al principio, el equipo fue una sensación; con el paso del tiempo, el nivel bajó y, en 1901, su disolución le dio paso a la creación de otras tres entidades: Sud América fútbol Club de Barracas al Sur, American Club y Argentinos Unidos.
PRIMER EQUIPO DE RACING

Poco tardaron los pobladores de la zona, asiduos concurrentes a los partidos, en darse cuenta de que había un equipo que se destacaba sobre el resto: Barracas al Sud.
La habilidad de sus jugadores cautivó a los hinchas, que se volcaron decididamente en su favor.
Barracas al Sud se transformó en un club organizado a partir del 12 de mayo de 1901, luego de un par de reuniones en las casas de Ricardo y Emilio Barceló y de Félix Cirio, en las que se designó a Pedro S. Werner como presidente, a Alfredo Lamour como secretario y a Salvador Sorhondo como tesorero. Otros nombres que motorizaban la idea de hacer un club ambicioso eran Arturo y Zenón Artola, Germán Vidaillac, Leandro Boloque, Raimundo Lamour (hermano de Alfredo), Fracisco Balestrieri, José Guimil, Pedro Viazzi, Ignacio Oyarzábal, Salvador Sorhondo, Julio Planisi, Evaristo y Alfredo Paz, Enrique Pujade, Elías Calmels, Bernardo Etcheverry, Ricardo y Ernesto Martín, Juan Sepich y José Paz.

En estos tiempos, la cocina de la casa de los hermanos Lamour cumplió funciones de sede y allí, luego de las 21, quedaba el terreno libre de todo vestigio culinario para darle paso a las decisiones sobre el futuro de la institución.
Si bien el poderío futbolístico suponía la llegada de tiempos de gloria, las desavenencias entre algunos integrantes del incipiente grupo (entre otras cuestiones un tanto banales, por los colores de la camiseta: unos pretendían que fuera a bastones negros y amarillos y otros roja) provocaron una pronta ruptura y la creación, el 16 de marzo de 1902, de Colorados Unidos, cuyo titular fue Arturo Artola, con Evaristo Paz como secretario y Alfredo Guzmán como tesorero. Este nuevo club se llevó aproximadamente unos cuarenta socios, prácticamente obligando a Barracas al Sud a una reconstrucción.
Lo que aportó la escisión fue poco, pero contundente: por separado era imposible construir alguna entidad con fuerza.
De hecho, Colorados Unidos resultó un equipo sin mayor trascendencia, a la vez que Barracas al Sud perdió las virtudes que lo llevaron a ser “el equipo de la gente”.
Una curiosidad: hubo dos personas que se mantuvieron, durante el año que duró la separación, como socios de ambos clubes. Se trata de Germán Vidaillac e Ignacio Oyarzábal, quienes fueron, en definitiva, los que propiciaron el reencuentro entre los exponentes más representativos de Barracas y Colorados. 
Hasta la próxima semana -
 Juan Antonio Fornasier

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